Bienestar

Mi ritual

meditaciónMi ritual diario empieza a las 6:30 todos los días. En ocasiones me cuesta mucho trabajo pero algo que me ayuda a levantarme es el pensar en el libre albedrío; no tengo que ir a caminar, nadie me esta esperando, nadie va a notar si no voy, simplemente es un compromiso con mi bienestar. Lo bautizo mi ritual, pues se ha convertido en una experiencia ultra especial.

Llego a los viveros, y una vez más digo, ¡qué bueno que estoy aquí!. La tierra está húmeda, los árboles todavía gotean el rocío de la noche, y cada día es una nueva experiencia de olores, sensaciones y aprendizaje. Tengo la posibilidad de elegir cual camino tomar; el de los eucaliptos, los ciruelos, el de las plantas del desierto, o el de las filas de árboles que están recién plantados. También tengo la posibilidad de elegir el olor fuerte del río que pasa por ahí, o el olor a fritanga de los puestos de tacos que están a unos metros de ahí, y desde las siete de la mañana están friendo la cebolla para preparar todos los guisos que servirán en el día. Todos los días están los jardineros sembrando una fila más de árboles que en un par de años estarán listos para ser transplantados en alguna parte de la  ciudad. Me sorprende la precisión y dedicación de los jardineros, cada uno de los árboles que siembran están plantados con una simetría perfecta. En posición de cuclillas, me platicaba uno de ellos un día, ni siquiera me parece incomoda estar agachado pues me concentro en que todos los futuros arbolitos queden alineados. La distancia es muy importante para que crezcan bien y las raíces no se entrelacen debajo de la tierra. Esta es la parte de mi trabajo con la que empiezo el día, me gusta porque la tierra esta húmeda y es mas fácil trabajarla, también me entretengo viendo a los corredores, veo como pasan vuelta tras vuelta y vamos avanzando al mismo ritmo.

Empiezo mi caminata, primero a un ritmo no muy rápido para aflojar los músculos. Se siente el ambiente positivo al entrar a este lugar, de algo estoy segura; todas las personas que me rodean ahí son gente positiva que está buscando una mejora personal, ya sea física, emocional, espiritual, pues aunado a los corredores diarios, también están los yoghis, los que practican Tai Chi o Kung Fú. Muchas veces he pensado en la diversidad y al mismo tiempo en la unidad en este lugar. Hombres, mujeres, jóvenes, no tan jóvenes, personas que llegan en coche, en micro, y el común denominador, es la búsqueda de equilibrio.

Aproximadamente después de haber recorrido un kilómetro, me siento extraordinariamente bien. Logro concentrarme en el aire que entra y sale de mi cuerpo, en los pasos que doy, veo como un sin número de pensamientos pasan por mi mente, y me esfuerzo en no quedarme atrapada en ninguno de ellos, solo los veo pasar. Esto es algo que he logrado aprender con la meditación, adiestrar mi mente para poder dirigirla a donde yo quiera y no quedarme atrapada en los pensamientos que me vayan asaltando.

A través de la meditación he aprendido a sentir como un pensamiento positivo produce inmediatamente una bienestar físico y como un pensamiento negativo se traduce a malestar físico. Recuerdo cómo fue lo que llamó mi primera experiencia de sentir; había terminado mi caminata, estaba sentada en una banca observando todo lo que me venía a la mente, de pronto sentí una conexión entre mi mente y mi cuerpo, al momento en que pensaba en una persona con quien había estado teniendo algunas diferencias, empecé a sentir malestar en mis piernas, empecé a moverme buscando una posición que me fuera mas cómoda, sentí como la expresión de la cara cambiaba, como fruncía el seño, cada vez me sentía mas incomoda en general, hasta que de pronto vino a mi mente la sonrisa de mi sobrina, gritándome ¡ven, a que no me alcanzas!, inmediatamente sentí cómo mi expresión de la cara cambió, la sentí menos tensa, el dolor de las piernas se fue por completo.  De pronto me convertí en mi propia espectadora y veía como mi expresión cambiaba de un pensamiento a otro.

Ha sido de las experiencias más enriquecedoras de mi vida. ¡Estoy aprendiendo a Sentir! Ahora puedo decir que llevaba años dormida.

Termino mi caminata y me voy al famoso Jarocho por un café, lo disfruto tanto como mi caminata y mi meditación. Recién hecho, toda la calle huele a café, me siento a tomármelo y a descansar de mi caminata. Después de unos 15 minutos ya estoy lista para empezar el día y empezar a lidiar con tráfico, eventos que se van presentando a lo largo del día y que hay que tratar de resolver inevitablemente, más lo que se vaya sumando.

Camino a mi casa, todos los días me topo con la gran sonrisa de mi amiga Silvia, ella vende periódicos, se ha convertido en una gran fuente de buen humor para mí, siempre con una nueva tragedia, pero siempre con su gran sonrisa y su lema favorito, ¡No hay que ponerse tristes, mejor seguirle dando!

Así es como empiezo mi día, y si puedo asegurar que sin mi caminata, mi meditación, mi café  y la sonrisa de Silvia de todos los días, mis días no serían tan padres.

Autor: Sofía M.

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