Bienestar

Mentir o no mentir, esa es la cuestión

mentir-o-no-mentir


Dicen que quién dice nunca mentir, ya ha mentido. La mentira es un acto lingüístico, que forma parte del mundo de las declaraciones. Cuando mentimos “declaramos el desarrollo de un acontecimiento falso” que deseamos que el oyente y hasta a veces nosotros mismo, le demos el veredicto de verdadero.

Más allá o más acá de su significado; los humanos mentimos por una única razón: salvar nuestro cuello. Es decir, no confrontar resultados negativos. No ver o evitar tomar conciencia de lo que hicimos; no hacernos cargos de nuestras elecciones. Podemos mentir a través de la palabra hablada, o mediante actos de simulación. Mentimos para no confrontar algo – anterior al hecho o posterior al mismo. Sea cual sea “le motive” las consecuencias son generalmente las mismas: pérdida de confianza en nosotros por parte de los otros – y de nosotros mismos; pérdida de relaciones, amistades, posibilidades, oportunidades, soledad, baja autoestima, desmoralización, etc.

Sin embargo, la mentira no cesa. A sabiendas de los precios que podremos pagar, la seguimos utilizando. Resulta casi infantil creer que es más simple “ocultar y luego arrepentirnos y en ello conseguir la clemencia del engañado” que abordar a ese otro con la cruda verdad.

Preferimos “esta noche no querido me duele la cabeza” a “amor no tengo ganas hoy de hacer el amor”, “Estoy reflexionando sobre unas decisiones a tomar” que “Quiero separarme”, “Creo que ambos somos jóvenes y necesitamos tomarnos un tiempo” en lugar de “Ya no quiero estar contigo, quiero estar sola”.

Es decir las mentiras nos maquillan. Maquillan nuestras acciones, emociones, y sentimientos. Esconden nuestros miedos. Pero por sobre todo nos enmascaran a nosotros mismos. Es decir, si bien la otredad que recibe el relato de nuestra mentira es la víctima principal del engaño; sin darnos cuenta, somos nosotros mismos los engañados. ¿Por quién o quiénes? Por nosotros mismos.

Nos sentimos tan frágiles con nuestra “realidad” que en lugar de abordarla y enfrentarla, nos escapamos. Evadimos. Hacemos de cuenta que todo está bien. Adormecemos el dolor propio. Lo anestesiamos. Lo ignoramos.

Si pudiendo decir la verdad, mientes. Comienza a revisar que está faltando en tu vida. Porque parafraseando a J.Lennon “La vida es lo que está sucediendo ahora, mientras tú estás inventando que nada está sucediendo”.

Chuchi González.

Leave a Reply

Your email address will not be published. Required fields are marked *

*