Bienestar

Mi vida es un completo “debería”

mi_vida_deberia

 

Autora: Adriana Barroso.

Cuando llegamos a este mundo somos criados por nuestros padres, familiares o cuidadores. Todos ellos nos educan desde sus vivencias, experiencias y creencias. De esta forma es como emprendemos nuestro camino por la vida. Como dicen algunas personas, nos dan nuestro primer par de “zapatos”.

Con el tiempo ese “par de zapatos” empieza a ya no quedarnos pero, como nos da miedo sufrir la desaprobación o el rechazo, mejor hacemos todo lo posible por ajustarnos a la horma dada aunque dentro de nosotros algo nos brinque y nos diga que si bien todo aquello nos ha servido, también existe un deseo de ser un nuevo yo para formar una persona original tomando algunas cosas, dejando otras e incorporando algunas nuevas.

A todas las enseñanzas, valores, ideas, creencias o mandatos que provienen de las figuras de autoridad se les llama introyectos. Un ejemplo de un introyecto en la vida diaria es lavarse los dientes después de comer; en este caso estamos ante un introyecto nutritivo porque nos ayuda en la salud dental. El problema de los introyectos se da cuando atentan contra el yo convirtiéndose en algo tóxico, que nos causa malestar, pereza, culpa y nos quita la sensación de alegría y satisfacción.

A los introyectos tóxicos los identificamos porque van acompañados de la frase “tengo que…” o “debo de ser o hacer”, en la lugar de “quiero ser o hacer”. Por ejemplo: Debo estudiar medicina porque es la tradición en la familia, debo poner buena cara aunque me sienta triste, tengo que ser fuerte y no dejar que mis hijos me vean llorar, todo lo que haga debe ser perfecto, no debo equivocarme, a mi edad ya debería estar casada, etc.

Claro está que en la vida diaria hay cosas que tenemos que hacer por obligación, ante ellas nos ayuda mucho cambiar el “tengo que” por el “quiero” y así se le resta peso a la actividad. Por ejemplo en lugar de decir: tengo que salir temprano de la casa… podemos afirmar: quiero salir temprano… La primera frase encierra un deber; la segunda un deseo, y eso cambia todo.

Te invito a que hagas un recuento de los introyectos que has recibido a lo largo de tu vida; cuando los leas, primero ponles el “tengo que” o el “debo de”, y luego vuélvelos a leer anteponiendo el “quiero”. Esta es una buena forma de saber cuáles están en sintonía contigo y cuáles son una carga.

Si tienes alguna duda o comentario puedes escribirme a la siguiente dirección de correo electrónico: adrianabarrosov@gmail.com

Leave a Reply

Your email address will not be published. Required fields are marked *

*