Bienestar

¿Eres adicta a la comida?

eres-adicta-a-la-comidaTodos tenemos diferentes estrategias para distraernos de cosas que no nos gustan. La mente humana es muy sabia y busca la manera de sobrevivir. La comida es fuente de energía y también es fuente de placer y el centro de muchas relaciones o eventos sociales. Sin embargo, ¿has pensado alguna vez que la comida pueda usarse como una droga?

Así, muchas personas que jamás irían a las drogas pueden terminar utilizando la comida para lograr el mismo efecto. En inglés hay un libro que se llama, Comida: La droga de las niñas buenas. Qué título tan perfecto, ¿no es verdad?

Y es que la mayoría de personas que recurren a la comida suelen ser personas impecables en otros aspectos de sus vidas. Por eso es que ni ellas ni nadie se dan cuenta del problema. Después de todo solo están comiendo, o en otros casos, dejando de comer. Obviamente y del mismo modo se crean adiciones y las consecuencias son contraproducentes.

 

¿Por qué le sucede esto a algunas personas? Alguna gente es más susceptible porque sus cerebros no producen la cantidad adecuada de químicos que se necesitan para lidiar con el dolor. Entonces aprenden, aun desde niños, que comiendo ciertas cosas se sienten mejor.

El comportamiento permanece y se acrecienta cada vez que quieren huir de situaciones o sentimientos que se presentan en sus vidas. Este descubrimiento de cómo manipular nuestro cerebro mediante la ingesta de ciertos alimentos se produce sin darse cuenta. Desafortunadamente, el problema es que con el correr del tiempo este comportamiento causa a su vez cambios químicos en el cerebro que hacen que se quiera o necesite más para conseguir el mismo efecto, igual que las drogas. Así se produce lo que comúnmente se conoce como adición a la comida.

Ciertas comidas tienen un efecto directo con la estimulación del cerebro. Por ejemplo, los carbohidratos tienden a tener un efecto sedante, por eso se comen cuando la gente está ansiosa o por eso nos sentimos con sueño si comemos grandes cantidades de arroz o papas en el almuerzo.

Los azúcares, al igual que la cafeína, son estimulantes. Por eso, cuando nos sentimos cansados o deprimidos, tendemos a comer más dulces. Las grasas y frituras son calmantes de la soledad, y las cosas crujientes sacian la ira y frustración.

Por lo tanto, no debe llamarnos la atención que las comida rápidas tengan propiedades “adictivas”, según lo demostró un estudio del Instituto de Investigación The Scripps, publicado en Nature Neuroscience. Según este estudio, el consumo sin límites de alimentos que producen placer provoca, como en las adicciones, respuestas de los neuroadaptadores en el circuito de recompensas del cerebro, desencadenando el desarrollo de la alimentación compulsiva.

Eso creo explica por qué no solemos ver a nadie comiendo lechuga o espárragos sin parar. Para saber más datos específicos sobre ciertos alimentos, le recomiendo el libro “La seducción de la comida”, del Dr. Neal Barnard. De hecho, la comida es la forma más común y uno de los fármacos más potentes al alcance de todos. Depende de ti el saber cómo la usas.

Lo más importante es conocerse uno mismo. Tus tendencias y debilidades. Si tiendes a la depresión, soledad, ansiedad u otros, y lidias con ellos mediante la comida, es hora de buscar otras alternativas más saludables mediante consejería, familiares o intentando nuevas actividades.

El comer solo te acarreará probablemente un problema más: el sobrepeso y la culpabilidad. Ahora ya sabes que no es que te guste comer ciertas cosas o no puedas parar porque sí. Hay un componente químico ligado a un componente psicológico que te hacen adicto a la comida. Resuelve ese asunto. No es tu culpa el que tengas el problema, pero si es tu responsabilidad enfrentarlo. Suerte.

Escrito por: Isabel Kirk

Fuente: Desórdenes Alimenticios Online

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