Dejar ir

Maruquita

MaruquitaEscrito por: Rebeca Harfuch


Llego,  del funeral de Maruca, una amiga de vida, la conocí por su hija Estela, murió de 92 años y con una sonrisa en la boca.
Maruca fue una extraordinaria esposa y madre.

Sin embargo cuando se casó el último de sus seis hijos, Maruca tomo sus pertenencias, el dinero ahorrado, se despidió con un beso de su esposo, y le agradeció los años compartidos, pero le dijo que se iba porque quería hacer todo lo que no había podido,  que le agradecía a su amado esposo los años compartidos, pero que sabía que ahora tenían esperanzas diferentes y que su conversación ya no existía, sus gustos habían cambiado y ya no tenían nada que hacer juntos.
Maruca rento un cuarto de azotea, nada que ver con los lujos con los que había vivido, se puso a recorrer, cuanto sitio le llamaba la atención, se fue mochila a la espalda y recorrió Europa.
Conoció a Fausto cuando ella tenía 77 años, y el era cinco años menor que ella, el flechazo se dio, Fausto era viudo y con tres hijos, su amor aún se respira, los quince años que estuvieron juntos fueron como una feria de diversiones, la sonrisa de Maruca era su signo de identidad, confieso que nunca la vi sin sonreír, me encantaba platicar con ella, era un libro de inspiración.
Maruca se fue llena de alegría, rodeada de un gran amor, el de Fausto y sus nueve hijos, porque era una mujer muy querida por todos quienes tuvimos la suerte de conocerla.

Escrito por: Rebeca Harfuch

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