Bienestar

¿Cómo reconocer a un buen maestro?

Estrictos, condescendientes, platicadores o tal vez indiferentes. Los maestros se presentan de diversas formas. Y mientras que podemos aborrecer a algunos, otros dejan una huella imborrable. Los maestros forman parte importante en el desarrollo de los niños, pues la calidad del aprendizaje que reciban dependerá en gran medida del maestro. No sólo se trata de las materias que imparten, sino del impulso que les dan a sus alumnos para salir adelante y del interés que tienen en que estos realmente aprendan.

Como en todo, existen buenos y malos maestros. Están aquellos para los que cumplir con dar su materia es lo único que importa, da igual si los alumnos realmente aprendieron algo. Suelen ser aquellos que no se detienen a verificar si los alumnos están siguiendo la lección. En ocasiones se ponen delante del pizarrón y ni siquiera voltean a ver a los alumnos, sólo les interesa terminar tan pronto como sea posible con el trabajo. Por lo general son maestros si interés o amor por lo que hacen.

Pero también están aquellos que tienen pasión por lo que saben y por compartir su conocimiento, así como el deseo de hacer una diferencia en la vida de sus alumnos. Son aquellos maestros que pueden enseñarnos no sólo sobre su asignatura, sino sobre la vida misma. Estos son los buenos maestros.

Un buen maestro se da cuenta que sus alumnos son personas y no maquinas grabadoras esperando memorizar una lección. Son aquellos que están dispuestos a escuchar a sus alumnos, suelen ser accesibles y agradables, pero no por ello blandos. También pueden ser estrictos, pero siempre serán justos. Les interesa el aprendizaje de sus alumnos y suelen establecer relaciones fuertes con ellos. También establecen contacto con los padres y no dudan en comunicarse si están preocupados por un alumno.

Los buenos maestros deben tener un amplio conocimiento sobre la materia que enseñan, a menudo les apasiona el tema y transmiten esa misma pasión a sus alumnos. Sus clases no tienen por qué ser aburridas, el hecho de que esté tan involucrado con el tema, permite que contagie a sus alumnos del mismo entusiasmo y haga la clase más disfrutable.

Los buenos maestros motivan a sus estudiantes y los impulsan a preguntar. Son conscientes de que las preguntas son llave para el aprendizaje y si desconoce la respuesta, no deja que afecte su ego, sino que le motiva a seguir aprendiendo. No busca darle a sus alumnos todo explicado, sino que surja en ellos el interés por investigar y aprender. A menudo hacen preguntas aun cuando ellos mismos sepan la respuesta, con el objetivo de que el alumno lo entienda mejor. No le interesa que sus alumnos memoricen, sino que sepan reflexionar y pensar para que aprendan verdaderamente.

Un buen maestro también debe tener el carácter para manejar a un grupo, es capaz de imponer disciplina sin amenazas o violencia y conservar el orden, no porque sus alumnos le teman, sino porque es capaz de cautivarlos con su clase. Son maestros con objetivos claros y cuyas tareas, más que una cuestión de evaluación, serán una herramienta para aprender y fortalecer lo aprendido.

Los buenos maestros no sólo enseñan sobre la asignatura que imparten, los buenos maestros motivan a sus alumnos a aprender, les enseñan a creer en sí mismos y los impulsan a llegar más lejos. Son capaces de hacer que un alumno se interese más por la materia que por la calificación. Cualquier maestro puede enseñarnos cosas que tal vez recordemos hasta el día del examen y luego olvidemos. Pero los buenos maestros son capaces de brindar lecciones que nos acompañarán toda la vida.

Escrito por: Elena Pedrozo

¿Has tenido algún maestro que haya marcado tu vida? Déjanos tu comentario.

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