Bienestar

Enseñar a los niños inteligencia emocional

“A los niños de hoy hay que ayudarles a crear hábitos y fomentar una disciplina educativa que en el futuro les servirá para desarrollar un sentido de responsabilidad”, Patricia de la Fuente.

En la escuela tradicional, se consideraba que un niño era inteligente cuando dominaba las lenguas clásicas, el latín o el griego, y las matemáticas, el álgebra o la geometría. Dentro de este esquema el coeficiente intelectual (CI) se convirtió en el referente principal, siendo los alumnos que más puntuación obtenían, considerados como los más inteligentes.

Hoy, la tendencia consiste en enseñar a los alumnos a ser emocionalmente más inteligentes, dotándoles de estrategias y habilidades emocionales básicas que les permita reaccionar ante cualquier eventualidad. El objetivo es que aprendan a tomar conciencia de las propias emociones, entender a las personas que los rodean y tener la  capacidad para regularlas.

“Hay que enseñar a los niños a pensar, a pensar sobre sus emociones, a que sepan cómo se sienten ellos y a detectar cómo se sienten los demás, ayudarles a canalizar las emociones, a expresarlas, a regularlas, a favorecer la importancia de la comunicación con los padres, con los profesores, a fomentar la comunicación con sus iguales y generar empatía”, explica la psicóloga por la Universidad Autónoma de Madrid, Silvia Álava.

Las emociones mantienen la curiosidad y con ello el interés por el descubrimiento de lo nuevo. Desde cuestiones básicas como la alimentación, el aprendizaje y la memoria. “Es ayudarlos a buscar un desarrollo integral, el cual incluya la parte física, intelectual, moral, social y emocional”.

Por su parte, Lawrence Shapiro, profesor en el departamento de psicología de la Universidad de Wisconsin,  califica como un error el ofrecer sistemas homogéneos en los que no se distingan los sentimientos y habilidades de cada niño. Por ejemplo, dice que los niños y niñas no siempre desarrollan en forma espontánea las cualidades emocionales y las capacidades sociales que los convertirán mañana en adultos responsables, apreciados y felices. Por ello enfatiza la importancia de una guía educativa que involucre el desarrollo de habilidades basadas en la inteligencia emocional de acuerdo a su edad, sexo y gustos.

Tomando en cuenta lo anterior, en el centro de Servicios Educativos para el Desarrollo Infantil (SEDI) trabajan con un programa educativo que permite que el niño aprenda a identificar sus emociones. “Esto es posible a través de la interacción y ejemplos prácticos que le permitan a los niños a identificar y distinguir las emociones. “Empezamos con la práctica de emociones básicas como el enojado, contento, triste y después introducimos aspectos más complicados como el susto y la frustración para que aprendan a identificar sus sentimientos, saberlos interpretar y encontrar el camino para resolver problemas”, explica Patricia de la Fuente, directora del SEDI.

Se busca identificar las emociones de los niños para así aprender a modular y gestionar la emocionalidad de ellos mismos y su entorno. Patricia indica que de la mano con la identificación de sentimientos y las bases para una  inteligencia emocional, los especialistas en educación deben fomentar la disciplina, la cual, más allá de ser represiva, debería ser un marco de convivencia armónica y solidaria en la que los niños sepan interpretar como una forma de autodominio para evitar conflictos con sus similares y los adultos que están dentro de su entorno educativo y familiar y social.

“La idea es crearles hábitos y fomentar una disciplina educativa que en el futuro le servirá para desarrollar el sentido de responsabilidad de los pequeños. En SEDI buscamos fomentar inteligencias múltiples para un desarrollo óptimo y balanceado”, finaliza.

Fuente: SEDI (Servicios Educativos para el Desarrollo Infantil)

 

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