Casa

En honor a mi Cookie

cookieEstuviste con nosotros sólo por un breve tiempo, desde que llegaste a nuestras vidas supe que eras frágil, que tendríamos que cuidarte y amarte incondicionalmente…

Escrito por: Yvonne Armand Villa

Desde el momento en que preparamos tu llegada yo estaba nerviosa, cómo te cuidaría, dónde dormirías, qué te daríamos de comer, recuerdo que la noche anterior a que llegaras no pude dormir pensando en que una vida más estaría en mis manos.

 


Desde el primer momento me enamore de ti, tan pequeñita, indefensa, con esa mirada tan tuya… tú también estabas nerviosa, me mojaste la falda cuando te tenía en mi regazo y cuando llegamos a nuestra casa, ya nada fue igual.
¡La cara de felicidad de mis niñas!, las dos te querían cargar y no te soltaban, te veían con esa mirada que solamente un niño plenamente feliz puede tener. Nuestro hogar se ilumino, estaba completo.
Desde el principio hiciste notar tu carácter testarudo y retador, ¿dormir afuera? Por supuesto que no, si tu lugar era adentro, ¿estar en el piso? Por supuesto que no, si tu lugar era a nuestra altura, ¿comer sólo croquetas? No, si a ti te gustaba el jamón, el pollo y las salchichas, ¿quedarte sola en la casa? Claro que no, si ya eras parte de la familia.
Como a los dos meses te enfermaste muy fuerte y te tuvimos que hospitalizar, yo me sentía morir, al dejarte ahí solita en la clínica. Parvovirus, un diagnóstico fatal, te visitaba a diario, aunque estabas débil, movías tu colita cuando llegaba, y esos ojos, esa mirada…  Una semana después te dieron de alta, lo habías logrado, saliste adelante porque te amamos, y tú lo sabías.
Cambiamos muchas cosas de nuestra vida por ti, quitar tapetes, cambiar cojines miles de veces, colchas y sábanas frecuentemente sucias, quitar plantas, poner barandales para que no te fueras a otro lados a hacer travesuras, comprar cadenas largas para que pudieras salir cuando abríamos la puerta, zapatos y calcetines mordidos, muñecas, peluches, piezas de lego, paladaresUna mascota puede hacer la diferencia en la vida de un ser humano, tú la hiciste y te honro por eso destrozados, las niñas se peleaban contigo como si fueras su hermana cuando les robabas sus cosas, querer regresar a casa lo más temprano posible para estar contigo, con la ilusión de encontrarte moviendo tu cola de felicidad y tal vez encontrar que habías tirado el bote de basura porque estabas enojada.
Todo valió la pena, nos diste tanto, parece mentira pero así es, nos escuchabas, nos entendías, nos conocías a cada uno, sabías que nos gustaba y que nos molestaba, sabías cuando estar cerca y cuando no, sabías cuando distraernos, sabías escuchar y comunicarte y decirnos cosas que nadie más nos hubiera dicho, nos enseñaste una maravillosa forma de comunicarnos, iluminaste nuestras vidas, las hiciste fáciles y llevaderas en los malos momentos y las hiciste brillar más en los buenos momentos, fuiste mi compañera incondicional, siguiéndome por toda la casa, arriba, abajo, en la cocina, la sala o el comedor, cuando dormía, cuando despertaba, hasta cuando iba al baño, esperabas pacientemente detrás de la puerta, te emocionabas inmensamente cuando papá peleaba contigo o cuando te sacábamos a pasear o cuando despertabas a Yvonne o cuando Carla se ponía a jugar contigo.
Nos enseñaste que si de verdad deseas algo hay que pedirlo con insistencia, tu así lo hacías: conseguías jamón, salchichas, pollo, que te acariciaran, que te hicieran cosquillas, que te llevaramos a pasear, que te rascaramos la panza, que pelearamos contigo, que no te dejara sola…
Te nos fuiste, así como llegaste, de repente, no quisiste hacernos sufrir con tu enfermedad, quisiste que te recordáramos así como eras, feliz, te nos fuiste…  Ahora estos nueve años parecen como un suspiro, parece que fue ayer cuando te tenía en mi regazo cachorrita.
Cookie, mi cookie, te quiero dar las gracias por toda la felicidad que trajiste a nuestras vidas, por todos los momentos de regocijo que vivimos contigo, por tu acompañamiento y por haberme ayudado a comunicarme con mis niñas y hacerme los momentos difíciles con ellas superables a través de ti.
Una mascota puede hacer la diferencia en la vida de un ser humano, tú la hiciste y te honro por eso.
Te voy a extrañar muchísimo, te vamos a extrañar muchísimo, lloraré mucho por ti porque las lágrimas son el bálsamo del alma, pero te prometo que siempre me recuperaré y estaré dispuesta a dar amor como tú me enseñaste…
Te amo profundamente.

Escrito por: Yvonne Armand Villa

Leave a Reply

Your email address will not be published. Required fields are marked *

*