Estilo

La vida a través de la ropa

la-vida-a-traves-de-la-ropa¿Por qué nos importa el arreglo personal?

Nos colocamos frente al espejo. Acomodamos un poco la blusa, el cuello, el collar. Nos vemos a la cara, ajustamos esa pequeña ceja rebelde, tratamos de borrar con el dedo un poco de lipstick fuera del labio, el arete lo acomodamos. Volvemos la vista abajo. Nos volteamos para revisar la espalda. Un vistazo para un último ajuste. Una sonrisa traviesa dibuja nuestra cara. Listo. Estamos preparadas para conquistar al mundo.

Artistas de la circunstancia

Qué agradables son esos instantes cuando nos estamos arreglando. Como si fuéramos develando alguna buena historia, poco a poco vamos eligiendo qué nos vamos a poner ese día. Si se trata de ir al trabajo decidimos una vestido apropiado para destacar nuestro talento profesional. Si vamos a salir a cenar procuramos vernos especialmente atractivas. Dependiendo de la ocasión podemos ser elegantes o casuales, deportistas o sensuales, serias o alegres. Lo nuestro, lo nuestro, es ser artistas según la ocasión.

Deliciosa creación

Antes de salir, vamos probando esto y aquello. Tal y como preparamos un delicioso platillo en la cocina, de la misma manera en que vamos agregando este o aquel ingrediente, esta o aquella especie, de esa misma manera vamos conjuntando este maquillaje con aquella sombra, esta blusa con aquel accesorio. Agregamos, observamos, dejamos reposar. Volvemos a agregar y poco a poco llegamos al punto ideal. ¡Uh la la! Hemos hecho de nosotras mismas un verdadero deleite.

Ser y parecer

En SuperMujer creemos que la belleza interior es lo más valioso que tenemos. Por eso en estas páginas tratamos temas orientados al crecimiento personal. Pero también es cierto que la belleza exterior, la apariencia, es para muchas de nosotras un factor emocional. Somos seres sociales y por lo mismo sabemos que logramos integrarnos mejor cuando tenemos cuidado de nuestro exterior. Como sociedad solemos alejarnos de quienes descuidan su imagen. "Cómo te ven te tratan" dicen por ahí.

Si te tocaron limones…

Se podrá argumentar que el maquillaje, la ropa y los accesorios son una muestra de poca aceptación. Que buscamos ser otras personas. No estoy muy segura que así sea. Pues también es cierto que buscamos sacar lo mejor de nosotras mismas. Que al vestirnos según la ocasión, estamos precisamente adaptándonos a las necesidades que requiera la circunstancia. Hacemos lo mejor con lo que tenemos. En otras palabras, hacemos muy buena limonada. Sabemos adaptarnos.

A tono

Pero además, las mujeres particularmente somos seres sociales. A diferencia de los hombres, para nosotras la ropa que usamos es una clara expresión de convivencia. “¿Cómo hay que ir vestida?”, es una pregunta que consultamos casi todos los días. Estar bien arregladas es estar en sintonía con las demás personas a nuestro alrededor, lo que permite comunicarnos de manera más abierta.

Pertenencia y conexión

Bien decimos que las mujeres nos vestimos para otras mujeres. No es raro que nosotras les echemos constantemente un vistazo a las demás que andan por ahí. Observamos los zapatos, el vestido, los accesorios, el peinado, la bolsa, y todo en menos de una fracción de segundo. Algunos estudios indican que el “revisón”, no es tanto una crítica sino una suerte de comparación con nosotras mismas. Por un lado queremos vernos bien, muy bien, pero tampoco queremos desentonar. La ropa nos identifica con nuestro grupo social. Pertenecemos y nos conectamos.

Iguales pero únicas

El que tengamos más desarrollado nuestro sentido social no significa que queramos vernos todas iguales. La ropa, nuestro arreglo, también es una forma de expresar nuestra individualidad. Platicando con amigas sobre este tema, no pude dejar de notar como las cuatro veníamos vestidas de forma diferente. Una traía una falda colorida y utilizaba todo tipo de accesorios, la otra venía con jeans, camiseta y solo un collar, otra más venía con vestido completo y zapatos con tacón. Exótica, sencilla o conservadora, cada una de ellas representaba su personalidad. Todas en un mismo tono casual, amigable, pero cada una vistiendo lo que le hacía sentirse única.

Somos lo que vestimos

La ropa es una expresión de nosotras mismas. En general el hábito sí hace al monje. Somos lo que vestimos, afirma en estas páginas la doctora Jennifer Baumgartner. Nos ponemos de blanco para mostrar nuestra radiante alegría. Utilizamos un traje azul oscuro para remarcar nuestra autoridad. Vestimos de negro para mostrar nuestro dolor o acompañar el ajeno. La ropa muestra lo que en determinado momento somos o sentimos.

Marca y enmarca

La ropa marca nuestra vida. ¿Acaso no fue un momento especial la primera vez que usamos tal o cual prenda? Aquel vestido con la espalda descubierta que usamos el día de la graduación de preparatoria era una especie de fin de la adolescencia y comienzo de una etapa adulta. La vestimenta es parte central de todos los ritos de paso; bautizos, fiestas, primera comunión, graduación, bodas, pérdidas. El atuendo enmarca lo que hacemos, somos y sentimos.

Pasado, presente y futuro

En el armario guardamos desde pequeños accesorios hasta el vestido de novia. Y es que se trata de invaluables recuerdos. A solas, llegamos a ponernos aquello que usamos en una ocasión especial. Soñamos, sentimos, lloramos. Al vernos frente al espejo, acariciamos nuestro ser interior. Tocamos el pasado, reafirmamos el presente y soñamos con el futuro. Como mujeres, nosotras sabemos conjugar la vida a través de la ropa.

Ropa como terapia

Es cierto que solemos vestir de acuerdo a nuestra personalidad y de acuerdo a las circunstancias. Nosotras definimos a la ropa. Pero también es posible que la vestimenta sea una herramienta hacia un estado de ánimo ideal. Si queremos bajar de peso, podemos utilizar en casa la ropa apretada y así recordarnos el comer con mesura. Si queremos salir de cierto desánimo en nuestro interior, quizá nos ayude arreglarnos un poco hasta vernos guapas frente al espejo. El embellecernos nos ayuda a imaginar cómo vamos por la calle levantando envidias. Obvio, un poquito nada más.

Escrito por: Revista SuperMujer

Leave a Reply

Your email address will not be published. Required fields are marked *

*