En unos días será el cumpleaños de Sara, le emociona su viaje a Italia, que aceptó por petición de Clara y todas nosotras.
Quiere que nos reunamos a desayunar, la comida la hará con sus hijas, sus nietos, y su yerno. Dice que quiere pasarla muy, pero muy bien, pues la semana que entra toma avión a su destino.
En ésta ocasión no quiere hacer nada, ni el pastel. Quiere salir, pasarla bien y con todos los que la queremos, son pocos –dice— pero todos de corazón, ese cariño de vida. Y viéndolo así la vida ha sido y es muy generosa conmigo.
Hemos decidido que el regalo serán Euros, para que los gaste en lo que quiera y como quiera.
Clara está feliz. Por fin, me escribió, logramos que Sara salga y venga para acá, prometo no mal influenciarla, o bueno quizá un poco. Dejaré un rato las esculturas y me dedicaré a mi amiga, es más espero retenerla por más tiempo. Ya le escribí a su hija Sofía y ella está encantada con la idea, espero que lo logres, tía Clara, me respondió.
Así que la vida tiene varios caminos, como el que hoy Sara ha decidido aceptar. Sara, ¿qué se te antoja en éstos días de lluvia intermitente? le pregunté.
Ella respondió, por su puesto, que unos cuernos de mantequilla rellenos de chocolate con un delicioso café irlandés.
Escrito por: Rebeca Harfuch
