Tomar una foto parece la cosa más sencilla del mundo: tomas la cámara, la colocas en la posición deseada y aprietas un botón. En unos segundos la foto ya está tomada. Sin embargo, la fotografía es mucho más que centrar en el objetivo y apretar el botón. Ser fotógrafo requiere más que una cámara, requiere aprender a observar.
La tecnología avanza a grandes pasos y ha permitido hacer de la fotografía algo más democrático. Gracias a la incorporación de nuevas herramientas a los celulares, ahora tenemos a la mano no sólo un teléfono sino un organizador, un reproductor de audio, calculadora, procesador de textos, navegador y, claro está, una cámara fotográfica. La herramienta está a la mano, pero no es la cámara lo que hace al fotógrafo.
Para ser fotógrafo se requiere más que una cámara; así como no basta con tener una guitarra para ser músico o unos pinceles para ser pintor, no es suficiente tener la herramienta para ser artista. Es posible disfrutar tomar fotos, es válido, pero eso no nos convierte en fotógrafos. No es lo mismo sacar una foto que hacer fotografía.
Hacer fotografía implica tomar en cuenta la luz, el encuadre, la forma, pero sobre todo colocar nuestro sello. No es sólo apretar el botón; es buscar el mejor ángulo, el que más refleje lo que se quiere decir, jugar con las sombras, decidir qué se excluye y qué se deja. Porque una fotografía no es un reflejo de la realidad, es una visión.
Un fotógrafo profesional no es el que tiene la cámara de mayor lujo y tecnología, sino el que piensa, reflexiona y vive la foto. La fotografía es un arte y como tal toma tiempo; las fotos no salen a la primera, hay que experimentar, hay que probar distintas formas hasta encontrar aquella que refleje lo que se quiere retratar.
El fotógrafo es un artista y podemos nacer con el talento para ello, pero para desarrollar el arte hay que educar a la vista y pulir la técnica. Si queremos tomar una foto solo necesitamos encuadrar y disparar. Pero si queremos hacer fotografía, tenemos que aprender a ver.
Escrito por: Elena Pedrozo
