Autora: Evangelina Jiménez O.
Para las que trabajan de sol a sol por conseguir el dinero y pagar la colegiatura de la escuela de sus hijos, para las que se quedan en casa y cocinan lo que te gusta y te tienen limpia tu ropa y te consuelan cuando notan que estás triste o preocupado, para las que hacen ambas.
Para las que estando enfermas tienen aún fuerzas para consolar a los demás, para las que anteponen tus problemas sobre los suyos y siempre tienen una palabra de aliento para levantarte.
Para las que sufren en silencio para no preocuparte y solamente te sonríen, para las que siempre tienen tiempo y escuchan tus tonterías con interés y te sueltan consejos sin que te des cuenta.
Para las que al terminar el llanto resuelven el problema, para las que buscan entre sus contactos nombres de abogados que puedan resolver tus problemas, para las que siempre te contestan el celular.
Para las que te apoyan cuando nadie más lo hace, para las que nunca te dicen que no, para mi mamá, para mi hermana, para mis amigas, para mis tías, para mi abuelita, para mis conocidas, para las que aún no conozco.
Para todas las mujeres que todos los días luchan por sobresalir, por mejorar, por tener, por sentir, por dejar de llorar. Nunca olviden que como seres humanos tenemos muchos defectos pero dentro de ellos jamás será la debilidad.
Gracias por enseñarme lo más importante de la vida, espero tener la misma capacidad que tú tuviste para algún día transmitirlo a mis hijos.
Y por último, gracias a todos esos hombres que nos permiten ser lo que somos sin querernos cambiar y por el contrario nos apoyan para ser el justo complemento.
